Para cualquier persona no salvadoreña el volado resultaría ser algo que se fue volando…, a lo más, en el juego figurativo de la palabra, “el volado” podría ser un fulano que dopado en exceso voló en un roce con la demencia psicodélica, es decir, ―El Pepe quedó bien volado en la fiesta de la María, hasta se bañó chulón en la piscina.
Sin embargo,
para los salvadoreños “el volado” es un sinfín de significados, que van desde
lo cotidiano hasta lo peyorativo, pasando por supuesto por lo picaresco.
Veamos unos
ejemplos al respecto, sírvanse entonces un cafecito y prepárense para reír un
poco.
La forma
quizá más común que la salvadoreñidad usa la palabra es para designar una cosa,
por ejemplo: ―Hey… vos, alcánzame ese volado, ―refiriéndose a un objeto indeterminado, que no
se quiere mencionar por alguna razón; podría ser un dildo, un condón, una
cerveza, un whisky en las rocas, o bien, cualquier cosa en particular.
O bien, “el volado” puede usarse agregándole una terminación
para referirse a una acción “de hacer”, que por lo general termina siendo una
acción compleja, por ejemplo: ―Estamos esperando a que Chepito
“voladee” el televisor nuevo. ―Es decir, el hijo menor es el único
que puede configurar el aparato recién comprado para que le instale las
plataformas de streaming, otro ejemplo podría ser cuando en un grupo
solo hay un cigarro que debe ser compartido y hay una tensa relación para
encenderlo o no, a lo que se suele decir: ―Voladeá ese volado pues cerote… dejá
de estarlo contemplando, ―que traducido al español universal
debería de ser: ―Apúrate enciende el cigarrillo
Camilo.
También la
palabra “el volado”, tiene una significación sobre ciertas circunstancias…
circunstancias que podrían ser al igual que lo anterior un tanto indiscretas,
incluso, rosando con la fechoría, por ejemplo: ―Entonces compadre… ¿cómo vamos a
hacer el volado?, ―cuando dos amigos un día antes quieren
escapársele a sus respectivas señoras para irse de farra y tienen que planear
una estratagema.
Esta también
las veces que en la salvadoreñidad usamos “el volado”, para situaciones
altamente picarescas como cuando le dice un compañero a otro en la universidad:
―Huuuuuy mirá Juancho… ese voladito que va pasando por allí, ―codeándolo para que su amigo alce rápido la
vista y vea a la diva rubia despampanante que camina con leggins y tacones
altos. O bien, podría ser el caso entre dos señoritas que le dice una a la
otra: ―Mirá el gran volado que se le echa de ver al Joselito cuando se levanta
la camisa.
En fin, mis estimadas conversas
podrían pasar horas y horas contándoles tanto volado sobre el uso que los
salvadoreños hacemos de la palabra “el volado”, así que mejor ya no les quito el tiempo, ya sé
que tienen muchos volados que hacer y de seguro el café ya se lo voladiaron
mientras leían todos estos volados, o más bien dicho, mientras se voladeaban
estas quinientas tres palabras.